En los encuentros cotidianos, ya sea en el ámbito personal o profesional, una verdad persiste: la primera impresión comunica. Antes de pronunciar una palabra, nuestras acciones, vestimenta y lenguaje corporal transmiten un mensaje claro y conciso: somos un reflejo de quienes somos y qué valor ofrecemos.
En un mundo donde el tiempo es precioso y las interacciones son fugaces, entender el poder de esta primera impresión se convierte en una habilidad imprescindible. Descubramos cómo nuestras primeras impresiones pueden ser nuestra mejor carta de presentación en cualquier situación.
1.- ¿Sabes que la primera impresión comunica? El mensaje eres tú
Descubriendo nuevos horizontes: viajes de desconexión
Los que me conocéis y seguís habitualmente sabéis que una de mis aficiones es viajar, ya sea cerca o lejos siempre vuelvo cargada de aprendizajes. Yo los llamo “viajes de desconexión” porque dejo un lado la tecnología que bastante me compaña ya durante el resto del año, abro mi mente a experiencias nuevas, aprendo a ser más tolerante con pensamientos diferentes, rompo la rutina, lucho contra la pereza y, como los niños pequeños, me convierto en una esponja para asimilar todo lo que pueda aprender y conocer. En definitiva, nuestra actitud ante ese viaje puede marcar la diferencia entre lo que nos aporta y lo que no.
Reflexiones en ruta: La importancia de las primeras impresiones
Y así, de viaje, ha surgido por casualidad el tema de este post, de las primeras impresiones, nuestras percepciones y su importancia en diferentes aspectos de nuestra vida.
El caso es que, después de una larga caminata visitando monumentos, cansada, con mucho calor por las altas temperaturas y no precisamente con el mejor de los aspectos (la realidad es que estaba destrozada y pensando: ¡Dios mío, qué pinta tengo!), me detuve en un pequeño banco a refrescarme y recomponerme un poco, y de momento una mujer se sentó a mi lado me miró y me dijo: “¡Madre mía! ¡No puedo con este ritmo! Con nuestra edad ya no estamos para estas hazañas ¿no le parece?”. Cruzamos nuestras miradas y pude apreciar que estaba lo mismo de cansada, sudorosa y deseando tomarse un respiro.
¿Qué dice tu primera impresión de ti?
Y, centrándonos en el tema, a lo que voy es ¿por qué se había dirigido a mí? (lo considero un detalle y además no tengo inconveniente en socializar), ¿qué edad había supuesto que yo tenía si éramos completamente desconocidas? ¿Qué habría podido deducir de mi aspecto?
La comunicación instantánea: El mensaje eres tú
Pienso que algo bueno le debí transmitir porque coincidimos en otras ocasiones a lo largo de nuestro viaje e intercambiamos opiniones, experiencias y anécdotas de forma animada. Como puedes ver, muchas preguntas se van respondiendo en muy pocos minutos.
Lo que ven de ti y lo que tú haces sentir a las personas, va a marcar si siguen teniendo contacto contigo o no. Así que la primera impresión es comunicación y, en este caso, el mensaje eres tú.
“Hay un camino desde el ojo hasta al corazón que no pasa a través del intelecto”. Gilbert K. Chesterton
Encuentros fugaces: interpretando el mundo en segundos
Seguro que en otro contexto habréis vivido alguna situación parecida. Trata de recordar, ¿Has conocido a alguien? ¿Qué sucedió en esos primeros segundos? ¿Qué os comunicasteis, directa o indirectamente, en ese lapso? ¿Qué impresión tuviste de esta persona?
Andamos por la calle, entramos en una tienda, viajamos en transporte público y nos cruzamos con gente que no conocemos de nada, que no veremos nunca más y de la que nos hacemos un rápido esquema de cómo puede ser su vida.
Más allá de las apariencias: creando juicios instantáneos
Algunos nos generan sentimientos de lástima, otros quizás admiración, respeto o incluso miedo. Pero en el fondo no conocemos nada de ellos, todo es fruto de nuestras percepciones y de nuestra imaginación.
Si somos un poco observadores podemos darnos cuenta que, cuando nos encontramos con alguien, nos creamos una primera impresión o un prejuicio a primera vista y normalmente esa persona no ha pronunciado todavía una sola palabra. Lo más interesante de todo este proceso, que transcurre en cuestión de segundos, es que la primera impresión se forma especialmente a través de las señales visuales y, en especial, mediante la información que codificamos del rostro.
La ciencia detrás de la percepción: el poder del rostro humano
De hecho, nuestro cerebro sabe que las pistas faciales son las más significativas ya que el rostro puede expresar muchísimas emociones importantes que nos pueden encaminar en la interacción. Sobre este tema tan interesante os recomiendo la lectura de este artículo: La «primera impresión» que tienen de nosotros se forma en 40 milisegundos
Decisiones en tiempo récord: La importancia de los primeros segundos
De modo que nos formamos una idea de alguien con un “simple” vistazo. Bien sea en 7 (¡siempre aparece el número mágico!), 30, 40 segundos o minutos, éstos son los que pueden marcar tu éxito, sé consciente de su importancia porque eres un emisor constante de comunicación e ideas. Vivimos en un mundo donde tomamos decisiones rápidas, casi instantáneas. Y, por si eso fuera poco, una vez tomada una decisión respecto a alguien o a algo, raramente la cambiamos.
Puede tratarse de la presentación de un amigo, una primera cita o una entrevista de trabajo, las primeras impresiones son muy poderosas y pueden ser casi imposibles de revertir
2.- ¿Por qué es necesario dar importancia a una buena impresión?
En la primera impresión desempeñan un muy importante todos los aspectos de la comunicación. La imagen y el lenguaje corporal al ser lo primero que entra por los ojos son los que nos dan la información más inmediata
En toda primera impresión siempre hay un componente muy subjetivo que depende de nosotros, en este caso de los ojos que observan (nuestra educación, valores, experiencias…). Por eso, una misma persona puede generar una buena o mala impresión en función de quién y cómo sea la otra parte. No se trata de agradar a todo el mundo. En la medida de lo posible se trata de decidir qué es lo que queremos transmitir.
Admitámoslo, todos hacemos juicios de aquellos con los que nos cruzamos cada día. Hacerlo es una necesidad que posee nuestro cerebro para, de alguna manera, poder controlar nuestro entorno y saber, de algún modo, a qué atenernos. Un simple instante y aprobamos o suspendemos a una persona por los motivos que sean.
En un entorno caracterizado por las prisas, nos queda poco tiempo para conocer bien a las personas, para establecer relaciones que nos permitan apreciar todas aquellas cualidades que a veces las apariencias no nos dejan descubrir a primera vista
¿Por qué tiene tanta importancia la primera impresión? Encuentro bastantes razones pero es importante destacar que:
- Tú eres el responsable de tu imagen: tomas la decisión de comenzar a cuidarla, de qué hacer con ella, decides si lo que vas a transmitir te representa realmente o bien si los demás van a percibir una imagen irreal de ti
- Los demás van a hacer un juicio de valor sobre ti: Juzgamos cosas y personas por su apariencia externa, te guste o no, lo creas o no, te parezca bien o no y lo quieras o no. Es algo que hacemos todos, y no creo que tú seas la excepción. Este juicio puede variar con el tiempo y dependerá de muchos otros factores pero, en muchas ocasiones no vamos a contar con una segunda oportunidad.
- Tu imagen se mantiene en el tiempo en la mente de los demás: hay personas que sólo van a verte una vez, quizás por unos minutos y sin embargo, la imagen que les transmitas perdurará mucho más tiempo en su memoria. Aunque conozcamos a una persona por mucho tiempo, el momento en que la vemos por primera vez, sigue estando en nuestra memoria por siempre.
En un mundo donde la imagen y lo que esa imagen proyecta es considerado un factor importante para alcanzar el éxito, la “primera” impresión es algo que no debemos dejar en “segundo” plano
“Una buena primera impresión puede ser una puerta abierta a una nueva relación o negocio o, por contra, un portazo que puede sorprender»
3.- ¿Cómo afectan las primeras impresiones en los negocios?
Para lograr una buena impresión y establecer una relación positiva con los demás, lo primero que debes hacer es conectar contigo, con tu mundo interior y con quién eres, porque en la medida en que te conozcas bien, vas a proyectar una imagen mucho más clara, coherente y libre de conflictos.
Imagina que te encuentras con un nuevo cliente potencial, con un inversor, con un socio o un entrevistador, o cualquier persona con la que deseas establecer una relación de negocios/laboral. El proceso de la primera impresión entra en juego, y quieras o no, estás dentro.
Te surge la pregunta ¿Qué importa más? ¿Demostrar que eres hábil, capaz y tienes experiencia o bien que eres agradable y la gente puede confiar en ti?
Lo primero que podemos pensar es que, si van a contratarme o hacer negocios conmigo, necesitarán saber que voy a ser capaz de hacerlo, ¿verdad? Es normal suponer que debes demostrar lo que sabes lo antes posible. ¡Pues estamos equivocados! La primera vez que conocemos a alguien inconscientemente nos preguntamos: ¿Puedo confiar en ti?
En definitiva, resaltar tus conocimientos, experiencia y habilidades demasiado pronto será una pérdida de tiempo, primero tienes que demostrar que eres alguien en quien poder confiar, capaz de influir positivamente a las personas que te rodean, haciéndoles sentir mejor.
Debes tener confianza y crear confianza. Imagínate un primer contacto en el que le dices a tu cliente que vas a aplazar una reunión porque tienes dudas de la primera impresión que estás causando. No sabes que te ha pasado, estás nervioso, algo descentrado. ¡Por supuesto que no! Si estás allí es porque has luchado por obtener ese encuentro, o bien, tu trabajo te pide entables esa interacción y salgas con éxito de la misma.
Si el tiempo es oro, lo es aún más para los emprendedores que, en pocos minutos, deben convencer a posibles clientes de apostar por su negocio o proyecto. Y el contacto directo de “persona a persona” continúa representando una opción más efectiva.
Lo primero que le vas a tener que vender a cualquier cliente eres tú mismo. Aprende cómo lograr una muy buena impresión con tus clientes y generar una relación de confianza desde los primeros segundos de conocerlos.
Nadie quiere hacer negocios con personas inseguras o poco experimentadas y, mucho menos, estaremos dispuestos a pagar a alguien que demuestra que no le importamos. Todos queremos sentirnos seguros de estar con la persona correcta para el servicio, producto que deseamos, o para la solución que buscamos.
Y esto es extrapolable a nuestros negocios, al igual que una persona no te puede caer bien porque no la aguantas, las empresas ‘caen mal’ y todo se debe a percepciones, las más de las veces erróneas.
Nuestra marca puede generar rechazo por una comunicación que no se ha realizado de forma correcta. Cuidemos cada detalle y hagamos que nuestro proyecto destaque entre la multitud
Nuestro negocio y esas primeras impresiones pueden mejorar si:
- Vigilamos y mimamos nuestra comunicación (blog, redes sociales, publicidad, anuncios) No importa si nuestro texto es increíble, si no logramos captar la atención, cualquier brillante artículo sobre nuestro producto o servicio quedará en el olvido.
- Lanzamos un mensaje claro y conciso: Quién soy y por qué soy tu mejor elección. En el mercado hay muchos productos. La competencia es feroz. Facilitemos las cosas al cliente. Demos razones para que se quede con nosotros. Tenemos lo que busca y un añadido: ofrecemos información valiosa sobre lo que está buscando o soluciones a su problema.
4.- Consigue que la primera impresión muestre tu mejor perfil ¡No te la juegues! Evita estos errores
Continuamente estamos diciendo y, con razón, que muy pocas veces hay oportunidades para una segunda impresión, para establecer una conexión visual, producir empatía y sentir afinidad. Así que, ¡Adelante! ¡No escatimes esfuerzos para mostrar tu mejor perfil! Presta atención a estos detalles si no quieres arruinar la primera impresión.
Saber dar la mano
Es muy importante para causar una buena impresión, ya que el apretón de manos es considerado una pieza clave en la comunicación no verbal. El saludo puede transmitir información asociada con la memoria táctil. Las personas con un apretón de manos débil de inmediato se perciben como tímidas, ansiosas, desinteresadas o incluso totalmente incompetentes.
Cuando saludas con un apretón de manos y sostienes la mano de alguien por mucho tiempo ¡Qué incomodidad! Si quieres dar la impresión de confianza y seguridad recuerda agarrar firmemente la mano de tu interlocutor y no por más de dos o tres segundos.
Mantener tus manos en la posición incorrecta.
A vueltas otra vez con las manos, y es que son muy importantes. No mantengas las manos en tus bolsillos porque parece que quieres ocultar algo. Si pones las manos sobre la mesa, no las aprietes demasiado ni las reposes con las palmas hacia abajo.
Esto hace que la gente sienta que quieres controlar a todo el mundo. Tampoco olvides el papel que juega la cultura aquí. Lo que un gesto con las manos puede ser un acierto en una cultura, puede ser ofensivo en otra.
Masticar chicle.
Es verdaderamente de mala educación hablar con alguien y masticar chicle. Lo de hacer pompas ya ni nombrarlo. Olvida este comportamiento. Masticar chicle te hace parecer inmaduro, egocéntrico y bastante descortés. Esto en un entorno laboral o entrevista de trabajo ya ni mencionarlo. En entornos casuales puede hacerte parecer amigable pero mejor no intentarlo. Ten cuidado con este punto, lo más probable es que pueda perjudicarte.
Evitar el contacto visual.
El contacto visual tiene una influencia muy poderosa en cómo visualizamos a alguien. Un estudio de 2007 mostró que las personas que mantienen el contacto visual durante una conversación muchas veces se consideran más seguras, atentas, inteligentes y hasta más confiables.
Eso no quiere decir que te quedes con la mirada fija todo el tiempo, que parece muy agresivo. Lo más recomendable es mirar de vez en cuando a los ojos en lugar de mirar alrededor, sobre todo si es la primera vez que conoces a alguien.
Miradas hay muchas, prepotentes, altivas, acogedoras, seductoras, huidizas, cariñosas, amenazantes… pero la nuestra tiene mucho que decir en el reconocimiento que para el otro merezcamos.
Intenta no construir la conversación solo alrededor de ti mismo y tus problemas.
Siempre es una buena idea prestarle atención a tu interlocutor
Jugar con el cabello.
Si juegas con tu cabello mientras estás hablando con alguien, podrías estar mandando un mensaje equivocado. Pueden pensar que estás coqueteando. Lo que es más importante, una persona que juega con el cabello durante una conversación puede verse como ansiosa, incómoda y con poca confianza, rasgos que son especialmente no deseables en situaciones formales.
Escoger los temas de conversación incorrectos.
Para evitar lo que conocemos como “silencio incómodo” muchas personas están dispuestas a hablar de lo que sea con alguien a quien acaban de conocer. Nunca sabemos a ciencia cierta qué temas pueden incomodar a alguien.
Así que deja a un lado temas como problemas de salud, política, religión o temas de índole personal y quejas. Intenta no enfocar la conversación solo en ti y en tus problemas.
Siempre es una buena idea estar atento a tu compañero de conversación. La persona que escucha con atención siempre es muy apreciada.
Invadir el espacio personal de alguien.
Del mismo modo que ocurre en el caso de la conversación, en el espacio hay ciertos límites que no debemos traspasar. El espacio entre tú y otra persona depende de la relación y de la situación. Existe una cierta distancia para amigos y familiares, otra para conversaciones informales y otra para interacciones de carácter más formal.
Cuando conoces a alguien por primera vez es aconsejable mantener una distancia de 1,2 metros entre las dos personas. Es lo que llamamos distancia social, la utilizada con las personas con quienes no tenemos ningún (o casi) tipo de relación.
Si invades el espacio de otra persona puedes parecer agresivo y, por el contrario, si estás demasiado lejos puedes parecer desinteresado.
Hacer ruidos de distracción.
Todos hemos estado en alguna ocasión con alguien que hace ruidos con los pies o bien da golpecitos a la mesa con el bolígrafo. Así que si haces estas cosas puede parecer que quieres molestar intencionadamente o llamar la atención hacia ti mismo o bien que muestras señales de nerviosismo, irritación o impaciencia.
Puede que recuerdes a alguien que haya echo crujir sus nudillos… umm… esto alivia el estrés pero ¿qué sensación te ha dejado? Te puede parecer imposible controlar el golpeteo con tus dedos, pero has de dejarlo de lado en reuniones o citas importantes
“Una primera buena impresión no es cuestión de suerte o el azar. Depende de tus habilidades, del carisma que tienes para hacer sentir especial a los demás”
Mirar constantemente el teléfono.
¡Vaya! ¡A vueltas con el teléfono otra vez! Revisar constantemente el teléfono se ha convertido en algo de lo más normal. En la era de las la hiperconectividad 24/7, no me negarás que estamos pegados a nuestros teléfonos, miramos nuestros móviles un promedio de 110 veces al día ¡Qué barbaridad!
Un estudio de la Universidad de Essex mostró que hasta el simple hecho de tener el teléfono en la mesa reduce la calidad de la conversación y el compromiso de los participantes. Parece que no prestas atención y que tienes mejores cosas que hacer. Así que mejor déjalo en tu bolsillo o guardado en tu bolso.
Olvidar los nombres de las personas.
Probablemente te has visto en una situación comprometida cuando te has olvidado del nombre de una persona y es especialmente delicado cuando la otra persona sí recuerda el tuyo. Para evitar que esto ocurra, créate el hábito de repetir el nombre de la persona una vez que hayas sido presentado.
La justificación de no tener muy buena memoria o ser malo para recordar los nombres no te va a ser de mucha utilidad. Cuando esto suceda, compórtate con la mayor naturalidad y trata de evitar frases en las que tengas que decir el nombre de la otra persona.
Llegar tarde no es una broma, y menos en el caso de las primeras impresiones.
Ten en cuenta que estamos hablando de lo más valioso que tenemos, nuestro tiempo. Llegar tarde a una reunión con personas que no conoces o con las que tienes una relación formal creará una impresión negativa difícil de cambiar. Parecerás una persona poco confiable y desorganizada que no respeta a la gente lo suficiente como para valorar su tiempo.
Organízate adecuadamente y sal con tiempo para llegar a tu reunión. De otra forma estarás desaliñado y desenfocado en los objetivos que quieres conseguir. Hay muchos recursos en línea que pueden ayudarte a estructurar tu tiempo así que prueba y haz uso de ellos.
La ropa equivocada.
Lo mismo que la gente mira mucho y juzga un libro por su portada, así ocurre con nuestro vestuario y apariencia física. Se cuidadoso y minucioso a la hora de elegir qué te vas a poner dependiendo de cada situación.
Debes intentar ser tú mismo siempre, teniendo en cuenta que hay muchas ocasiones en las que debes mostrar una imagen determinada. Por ejemplo, si aspiras a un puesto en una multinacional debes utilizar un look serio.
En este caso, debes identificar las necesidades de la situación y, si realmente quieres ese puesto, vístete de la manera correcta
Y finalmente no te olvides de todo un acierto que no puede faltar: La sonrisa. Una sonrisa es la expresión facial que más nos gusta. Es una invitación de bienvenida, dice que soy cercano y amistoso. Lleva una sonrisa cuando entras en un determinado lugar y procura que se amplíe al ver a la otra persona. Si te cuesta, piensa en algo agradable que te ha sucedido o en una persona que quieres. Como dice la frase, “Sonríe y el mundo sonreirá de vuelta”
Para causar una buena impresión precisas acudir al sentido común. Con preparación extra y un poco de reflexión, podrás perfeccionar tu estilo y hacer que cada impresión no sólo sea buena, sino inolvidable.
¿Crees que la primera impresión es clave para el éxito o fracaso en ciertos aspectos de la vida? ¿En algún momento te has sentido rechazado por tu aspecto? ¿Has excluido a alguien a simple vista? Me gustaría que compartieses tu experiencia.
Si has llegado hasta aquí ¡Gracias por leerme!
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